Fue entonces que mientras oíamos a un espantoso grupo de heavy metal dar sus bramidos de mono en celo, uno de los herejes melenudos me convidó con un pequeño cigarrillo casero, de extraño e intenso aroma, y así que para no ser descortés, lo tomé con una hipócrita sonrisa de cristiano, y lo fumé… desde ese momento vi cuánto tiempo de mi vida he estado desperdiciando, ya que mientras yo creía que las drogas eran perjudiciales porque dañaban el templo del Espíritu Santo, y además por eso siempre consentí la privación de tatuajes, o aretes (cosa que sigo haciendo porque son cosas mundanas), me he dado cuenta de que la marihuana no es nada malicioso; al contrario, es un regalo divino, al ser una simple planta creada por nuestro Señor en el Jardín del Edén, para entretener a Adán y Eva y librarlos de la idea impura de la fornicación.
Todo eso llegó a mí en una visión divina mientras consumía el producto sagrado de lo que Dios nos otorga, en el cual el mismo Jesucristo apareció ante mí, con un porro entre sus manos, y sonriéndome mientras me decía "Robin está reee loooco", procedió a contarme la verdad divina del Señor.
Así que a partir de ahora, conocerán a un nuevo Pastor Piadoso. Desde este momento encomiendo a cada cristiano que se precie de tal, que consuma la Santa Marihuana.
¡Dios los bendiga!
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